Apuntes de una reforma en proceso

victoriacaballero

Estoy en mitad de una reforma de esas que te remueven por dentro. No porque sea especialmente compleja —aunque todas lo son, de alguna forma— sino porque tiene mucho de transformación invisible. Esa que no se ve en las fotos del “antes y después”, pero que se nota cuando respiras el espacio.

Llevo semanas entrando en esta vivienda, escuchando lo que pide, lo que calla, lo que susurra. Hacer arquitectura así es algo que disfruto muchísimo. No solo dibujo planos: acompaño decisiones. A veces son técnicas, otras profundamente emocionales. ¿Derribamos esa pared? ¿Respetamos este suelo? ¿Cambiamos esa distribución que nunca terminó de funcionar?

Y entre preguntas, aparecen certezas. Cosas que antes parecían innegociables se aflojan, y otras que no estaban sobre la mesa, de pronto se hacen necesarias. Lo bonito es que nada está cerrado hasta que lo está. Y que todo el proceso —con sus dudas, sus cambios, sus entusiasmos— forma parte del resultado final.

Cada vez que visito la obra me acuerdo de por qué hago esto. Porque sí, a veces es cansado. Pero también es profundamente emocionante.

Ir al contenido